sábado, 12 de enero de 2013

Vaso vacío

El ser humano es experto en sentarse y disfrutar de las vistas que nos brinda la vida. Cometemos errores, demasiados, pero solo diré una cosa: todo tiene un por qué.
Cada vez que veo el vaso vacío, decido recordar el pasado. Me siento en una esquina cierro los ojos y recuerdo situaciones que en su día me hicieron pasarlas extremadamente mal y ahora hacen que sonría. Miro una pared lisa y pienso qué fotos podría poner, fotografías que me representen.
Así como un eje cronológico con fotografías y frases cortas. Pienso, y llego a la conclusión de que aquello que un día me ha dado miedo es mi reto de ahora. Hasta lo más insignificante tiene su función.
¿Una de mis rutinas? Ver fotografías, porque son mías, porque me pertenecen, cuentan mi vida y de nadie más. Son el mejor remedio contra el olvido. O simplemente veo un libro y revivo lo que me sucedió mientras lo leía.
Coger una cámara y fotografiar eso que tú consideras belleza. Yo creo que en los árboles reside esa belleza. Crecen, han visto demasiadas historias, color, ese sonido que emiten las hojas cuando hay viento. Un ramaje tan desigual pero a la vez tan armónico.
Somos tan diferentes y tan parecidos a la vez. Nos dejamos llevar por las críticas del pueblo, moviéndonos solo si el resto se mueve. Criticamos lo que somos, vemos perfectamente las injusticias y nos callamos. Lamentablemente así somos las personas, vacías por dentro. Somos tan ignorantes que siempre nos hundimos con los problemas más estúpidos.
La solución está en empujar fuerte contra el suelo e impulsarse hacia arriba, aprovechando la corriente.

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