martes, 13 de noviembre de 2012

La muerte.

La muerte te visita, te sobrepasa en una milésima de segundo. Y en ese espacio insignificante de tiempo se ha roto una cadena, una familia, una historia. Lo único que puedes hacer es llorar esa perdida, lamentarte por algo que no has hecho. Un hueco difícil de reponer, que sin embargo pasará a un segundo plano. Se clasifica en el fondo más apartado de la persona. Sólo nos queda liberarnos a través del llanto y el grito más desgarrador jamás pronunciado. Llega a tal punto el dolor que acabas relacionando muerte con flores, y es en ese instante cuando has perdido las ganas de vivir. Vives para morir.

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